lunes, 28 de febrero de 2011

La historia sin fin...

Y me enamore. No solo de sus ojos verdes hermosos, de sus manos que recorrían mi cuerpo en el ritmo preciso y alucinógeno, no solo de sus besos apasionados, de sus abrazos por la mañana, de sus palabras tan cortas, de las charlas que nunca terminaban, de las discusiones que no concluían o que al menos nunca llegaban a nada, de su manera de estar…me fui enamorando de E, casi sin darme cuenta, sin querer, lo empecé a querer. Nuestros encuentros poco a poco comenzaron a ser más continuos y así como también nos encontramos con el desencuentro cara a cara.
Fue un día o una noche, que la virtualidad colaboro a decirle lo que sentía, que para mí ya era algo obvio, para él no lo era. “Estoy enamorada de vos…” Para su sorpresa o quizá para no decir nada que no sea face to face, nos encontramos el día siguiente, el día nos encontró camino al cine y abriendo esta pregunta que para mi no había mucho más que decir: “Como que estas enamorada de mi? Como no me di cuenta? Pensé que, conociéndote, así como sos un tanto impulsiva, ibas a ponerte más demandante el día que te pasara eso….” A mis pocas palabras le siguieron: Bueno, es lo que me pasa, me enamore, me gustas mucho, yo creí que ya lo sabías, pero necesitaba decírtelo, sacármelo, decírtelo que quiero estar con vos.
El no respondió, no dijo nada y sabía con que me enfrentaba. Es de esas personas que les cuesta decir lo que sienten y para decir algo hacen un rodeo cargado de argumentos y justificaciones, las cuales en un principio comprendí, para luego pasar a interrogar y cuestionar un poco y un tanto las mismas. Siempre fue sincero, así como yo también lo fui desde un principio, yo no me iba a enganchar, el no quería una novia.
Y Uds. Saben cómo es el enamoramiento, el gran culpable de enturbiarnos el juicio y ponernos en una posición de espera frente al otro, quizá nose si en este caso esperando la respuesta de que al él le pasaba lo mismo (ok, si, no soy tan fría, internamente deseaba que le pasara y que me dijera algo), sino esperando al menos una respuesta. De toda esta situación, mis estados emocionales, mi enturbamiento mezclado con impaciencia masoquista y varias, pero varias cucharadas de histeria, mis planteos de “minita” comenzaron a hacerse presentes.
Fuimos y vinimos así como de la noche se pasa a la mañana. Por el o por mí. Y yo intentado creer que iba a poder continuar de esta manera, sin ser algo para alguien, más que un está todo bien, pero no puedo. Había pasado su tiempo, lo suficiente y cuando digo lo suficiente es porque era así…y él seguía en la misma posición de aquel día de febrero. Y Lucy se puso intolerante y E hacia chistes que cada día dolían mas: “No me digas lo que queres, porque no te lo voy a dar…”
Ok.  Freud en este momento me daría una respuesta, pero en casa de herrero cuchillo de palo, yo tenía que encontrar la respuesta, aunque me llevara mi tiempo. Empecé creyendo que había una respuesta correcta, que debería esperarlo, que tenía que comprender lo que le pasaba (su no poder). Después me enoje. Cortamos y volvimos, parecía que éramos hijos del rigor o al menos el, cuando percibía que ya no daba para más la situación, tiraba una piedra (hacia algo que a mí me gustara) para luego tomar la misma piedra y guardársela en el bolsillo, avanzaba un casillero y retrocedía 10 y no porque me copara eso, supongo que son sus rollos internos y que yo ahí no tengo nada que hacer, ni comprender. Y me fui apagando, me fui neurotizando, preguntándome una y otra vez porque no conmigo?
La última noche de enero me dijo que no podía pensar de a dos, que  no podía en este momento proyectar algo conmigo, que le encantaba, que la pasaba bárbaro, pero no podía.
Esa noche nos dejamos, nos abrazamos por última vez tiernamente y mientras el dormía a mi lado, abrazándome, me solté, sentía un nudo y me fui a la cocina a llorar en la oscuridad y en silencio, sabía que ese era el final y aunque creí que estaba preparada, uno jamás es consciente de sus emociones y las deje salir, como aquel día que le di mi amor, hoy le daba mis lagrimas, hoy mi corazón estaba dolido, dañado.
Y la mañana siguiente el café tenía sabor a nada.  El día se hiso eterno, ya no quería escuchar a nadie, no quería ver llorar a nadie, mi capacidad de escucha era limitada. Esos días no fueron muy lindos, llore mucho, me refugie mucho conmigo misma y con la gente que venía a visitarme, escucharme. Pero no era necesario decir mucho, mi presencia lo decía todo por primera vez y esta vez por primera vez en mi vida no iba a ocultarlo. Me sentía mal, realmente mal, sentía que el corazón estaba roto, me enoje mucho conmigo misma, llore, mire películas depresivas, fume mucho, tome whisky sentada en el sillón escuchando cantar a dred marz o como sea su temita de “tu sin mí”, desojando la letra, armando un rompecabezas, estalle y me quebré. Y también me encontré conmigo misma, no quería estar con nadie, con alguien que sea de tapita, de figurita, E era algo fuerte y no se iba a borrar tan fácilmente. Yo lo quería, lo quiero aun hoy.
Fueron días que llegaba a casa  y me ponía su remera, al menos para sentir su presencia que marcaba aun mas su ausencia. Existió más de alguna que otra charla virtual, que no conducían a nada. Solo algo que dijo y que me ayudo mucho a llorarlo: “no creí que te iba a extrañar tanto”…seguido más tarde con un te quiero. Jamás de su boca, de sus cortas palabras había escuchado tanto sentimiento y mucho menos que ese sentimiento sea dirigido a mí, era una mezcla rara, de sensaciones, era absurdo, era doloroso.  No solo la virtualidad nos unía, nuestro amigo Juan llegaba de su viaje por el mundo y nos encontramos una noche antes recordándonos la piel, recordándonos.

Y esta es una historia o una novela sin fin, le dije la otra tarde mientras mirábamos la gente pasar desde su balcón. Y él me miro y me dijo: “ambos sabemos cómo cortar, el tema es que ninguno quiere ponerle fin a esta historia” Y me quebré a su lado y me abrazo, pero de esos abrazos en donde el corazón te estalla, de esos abrazos que sentís tanto, pero tanto, que las palabras no son necesarias, mientras me decía que no había perdido nada, que me quería, seque mis lagrimas y me fui, recordando su mirada, recordando sus palabras.

Y me encontré con una respuesta, la más sana, la menos mediocre y la más dolorosa, a veces una respuesta sana puede ser dolorosa, es enfrentarse con la realidad real, sin ilusiones, sin fantasías, quizá la respuesta era que porque tenía que ser yo que tenía que ocupar ese lugar que tanto quería, quizá yo no era, quizás el no me elegía, porque no quería o no podía y no puedo ni quiero obligar a nadie a estar a mi lado.

Y si existe algo de la teoría psicoanalítica que me trastoca día a día, es esto que me dejo:
Mi amor es algo valioso para mí, no puedo desperdiciarlo sin pedir cuentas. Me impone deberes que tengo que disponerme a cumplir con sacrificios. Si amo a otro, él debe merecerlo de alguna manera

Y son los actos que nos hacen dar cuenta que el otro tira la piedra, pero para no volverla a recogerla, sino para dejarse llevar aun en la incertidumbre sin verdades que nos deja el amor.

2 comentarios:

  1. A veces se puede tener una linda imagen desde el marco de una ventana, pero es verdad, llega un momento en que es mejor cerrarla porque el paisaje puede empezar a mostrarnos algo que no es de nuestro agrado y el dolor se puede volver agudo.

    (pucha si te entenderé...)

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  2. a veces, a veces cerrar a tiempo es poder anticiparse a que el dolor dolera, pero no angustiara! dificil sostenerla, pero en esta historia somos 2, uno dice, uno calla, uno hace, el otro vaya a saber q querrA??? y bueee yo respondo por mi y suficiente!
    Sera el tiempo de la pausa...

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